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Veía luego a la niña Griselda, vestida de oro, en un país extraño, camiseta seleccion eeuu futbol encaramada en una peña de cuya base fluía un hilo blancuzco de caucho. Llevaba yo en la mano una hachuela corta, y, colgando al cinto, camiseta brasil un recipiente de metal. Agazapado en los pajonales iba espiándola yo, con la escopeta del mulato en balanza; mas cada vez que intentaba tenderla contra el seductor, se convertía entre mis manos en una serpiente helada y rígida.