Y con los buenos vendedores siempre pasa lo mismo: «Quienes los necesitan los adoran, pero quienes no los necesitan acaban hartos de ellos, de su forma de vender, de lo pesados que se vuelven con su publicidad y de que se presenten a sí mismos como genios revolucionarios que te van a dar las claves para tener éxito en la vida. Y si a eso le sumas la faceta de ‘coach’ que tiene ahora, tienes la receta perfecta. Anxo no es un mal empresario, pero su personaje se está comiendo a sí mismo».