“Pero nosotros también vamos a otros países y hay 90 grados (fahrenheit, 32º centígrados) y una humedad insoportable y los chicos se deshidratan y sufren calambres y agotamiento por el calor. Consideramos que nuestro campo es una ventaja y que las condiciones de juego a las que no están acostumbrados los rivales también son una ventaja para nosotros”, declaró. El resumen, apuntalado por lo que ven las aulas día a día, es que a las mujeres nos queda ‘mucha plancha’ todavía por delante, y su receta para combatirlo es rotunda: coeducación.